sábado, 31 de enero de 2009

Pepe

Hoy hubiera sido su cumpleaños 27.

Soy tan joto, y estoy tan jodido que batallo en decir su nombre. Que mierda. Cada vez que quiero decir su nombre, lloro como la Maz, sin lágrimas, nada mas un nudo en la garganta y un ardor en el estómago. Soy tan pinche puto.


Nació cuatro años después que yo. Yo fui el único que nació en Monclova, todos chilangos, pero él era el mas norteño de todos. Y siempre fue así.


Mi papás se divorciaron cuando yo tenía como cinco, el era un bebé todavía, vivíamos en México y me acuerdo que mi mamá y yo nos mudamos con mi abuela, y Pepe no estaba. Supongo que fue un arreglo con mi papá. Después llegó, y fui tan feliz y el día que llegó jugamos dominó.

Cuando cumplí seis, nos volvieron a separar. Me mandaron con mis tíos a Monclova y Pepe se quedó con mi mamá y mi abuela. Un año después llegaron. Y volvimos a jugar, y le enseñé la alberca y a su nueva familia. Al poco tiempo nos mudamos para volver a ser una familia, ahora de tres, mi mamá Pepe y yo. Mi mamá trabajaba y yo me tenía que hacer cargo de él.

Crecimos, cada quien a su tiempo y esfuerzo, y Pepe batalló tanto con la escuela, y yo tan ñoño, nunca pude enseñarle bien. Yo no necesitaba que nadie me enseñara, o me ayudara a hacer la tarea, y Pepe necesitaba tanto, y nunca nos dimos cuenta. Tenía niñeras, y todos le ayudaban a hacer la tarea. La escuela no era para él. Reprobó tercero de primaria y yo seguía tan ñoño.

Crecimos y yo conocí a Shamán y a César, y sigo agradeciendo a Dios que los haya puesto en mi camino, es increíble que después de tantos años, siguen siendo mis mejores amigos, mis hermanos.

Pepe nunca tuvo amigos como yo, tenía amigos que iban y venían, pero tenía a Adriano. Fue su padrino de primera comunión y Nano lo adopto como si fuera su hijo. Aunque al principio me daban celos, en el fondo sabia que lo necesitaba mas que yo.

Pasó el tiempo, yo sabia que tenia que salirme de mi casa y me fui. Y lo volví a dejar. Nunca pensé que le haría tanto daño. Pero yo me quería ir, para ofrecerle un mejor lugar que ese rancho pedorro sin futuro. Pero nadie sabia, solo yo.

Pepe, no era tan bueno en la escuela, pero todos los niños lo querían, era el mejor niñero de mundo. Cuando Nano se casó, sus hijos o hermanos, lo querían tanto. Y los niños de Josúe y todos los niños que estaban a su lado. Y el era norteño de adevis. Le encantaban los ranchos y las vacas, y los sombreros, y la música norteña y la carne asada y todo lo que oliera o pareciera a norte.



El día que me hablaron para avisarme que estabas muerto, no lo creí. Estaba haciendo la tarea de economía, y me fui caminando a mi casa. Caminé y lloré. Y es fecha que no lo creo y camino y a veces, cuando nadie me ve, lloro. Nunca me olvido de él, y sueño muy seguido que estamos juntos, que buscamos o que lloro porque no esta.
No se si esto es catarsis, o un tributo, o un pedacito de su historia pero tenia tanto tiempo atorado con esto que tenia que salir de alguna manera.


Estoy seguro que ahora, se dedica a a jugar con todos los niños que se tuvieron que ir, y en sus ratos libres cuida los ranchos del cielo.

Te extraño tanto cabrón y no sabes cuanto te quiero.

1 comentario:

La Maz dijo...

Y sí, me hiciste llorar así como yo suelo llorar.
Abrazo.