martes, 6 de enero de 2009

De regreso al terruño

Vamos al norte otra vez, con el pretexto de una boda. Y de pasadita al gabacho a comprar un poco de fayuca que acá es difícil de conseguir y cuando la encuentras muy cara.

Va a ser difícil regresar y saber que nada es igual. No es lo mismo cuando se pierde una estrella y no la vuelves a ver. Me da chingos de miedo ir, mucho, en serio. Me da miedo entrar a mi casa, y ver todas sus cosas, su ropa, su espacio, todo vació, intacto. Y recordar bien el último momento que lo vi, lo olí, lo abrasé, hablé con él. Y saber que todo me lo recuerda, el polvo, los corridos, la cerveza, el perro, las tortillas, las vacas. Y allá no tengo trabajo para esconderme, o música, guitarra, libros. Allá es de frente, y aguantando las ganas de llorar. O llorar y putear. Son macanas que los hobres no lloran, dice Benedetti, llorá pero no olvides.
Y aprender como le ha hecho mi mamá, mis tíos, mis primos, mis sobrinos. Tal vez nunca vaya a poder y el miedo siga toda la vida.

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